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A estas alturas del año, los jersey de lana están guardados a la espera del próximo invierno. En muchos lugares ya hace un calor considerable, y los rayos de sol están presentes la mayor parte de los días. Este año, la llegada del buen tiempo ha coincidido además con un momento muy especial: las fases de desescalada del confinamiento por la pandemia del coronavirus. Aunque con el cumplimiento de las medidas de seguridad, podemos pisar la calle con algo más de libertad.
Hemos pasado en casa más tiempo del habitual, y eso ha hecho que la mayoría tengamos unos niveles de vitamina D más bajos en comparación con la misma época del año pasado. Los expertos coinciden que una etapa larga en casa, o en un hospital, hace que haya carencias de esta vitamina. Pero no pasa nada, porque todo tiene solución. Con unos diez minutos diarios de exposición a la luz solar, es suficiente. Lo primero que debemos tener claro es que el sol es una de las principales fuentes de energía en nuestro organismo. Nos proporciona muchos beneficios, pero siempre hay que hacer una exposición moderada y protegiendo nuestra piel de la radiación, especialmente a las horas centrales del día.
Ventajas directas del sol
Chute de felicidad. El sol aumenta la serotonina, esa hormona responsable de que nos sintamos un poco más contentos ya que ayuda a estabilizar el estado de ánimo, a equilibrar nuestras emociones. Y no solo eso. Favorece una buena digestión, algo importante para todos los que tienen digestiones pesadas o problemas como el reflujo. La serotonina también regula la temperatura corporal y nos ayuda a conciliar mejor el sueño.
Piel envidiable. El sol en exceso no es un buen aliado para nuestra piel. Sin embargo, en una cantidad moderada y con buena protección, ayuda a numerosos problemas como el acné o la psoriasis. De hecho, a las personas que los sufren, se les recomienda que acudan a la playa en verano gracias a la buena acción del sol y el agua del mar en su piel. También mejora ese color amarillento que provoca la ictericia. Lo más importante en este punto es que debemos proteger nuestra piel con crema solar antes de exponernos.
Defensas de hierro. Uno de los aspectos más importantes en los que solemos insistir es el buen funcionamiento del sistema inmune. En palabras sencillas: es como el motor de un coche; si fallan las defensas, falla todo. Por eso es importante darle pequeñas ayudas con nuestra alimentación o con los rayos del sol, que aumentan el nivel de esos glóbulos blancos tan necesarios para la respuesta del sistema inmune.
Huesos y dientes de acero. ¿Qué vitamina se te viene a la cabeza al hablar del sol? La vitamina D es imprescindible. Y la exposición al sol estimula su generación. Nos ayuda a absorber calcio y fósforo, y estos elementos se encargan de fortalecer nuestros huesos y dientes.
En resumen, felicidad. Y como es lógico no solo la exposición al sol te hará sentirte bien, sino que estar al aire libre por fin hará que liberes estrés, te relajes, se te pase mejor el día, y estructures una rutina que te ayude a organizarte. Pensar en el sol nos traslada inmediatamente la playa, a las vacaciones, a los planes, a las terrazas… y eso en sí ya nos da felicidad. Así que aprovechemos esta libertad que por fin tenemos para exprimir al máximo todo eso que nos hace estar felices y de buen humor.
¿Te has preguntado cómo funciona la melanina?
Todos hablamos alguna vez de la melanina de la piel, y la relacionamos con el bronceado. Pero no todos saben exactamente de qué se trata desde un punto de vista científico. La melanina es un pigmento, y los pigmentos están directamente relacionados con el color. En el cuerpo, ese pigmento da color a nuestra piel y a nuestro pelo. Según la cantidad de melanina, la piel es más clara o más oscura, igual que el pelo. Y los rayos del sol son capaces de estimular la producción de melanina de nuestro cuerpo.
Las pieles más claras tienen menos capacidad de producir melanina, ya que no absorben de la misma forma que alguien moreno la radiación ultravioleta. Lo bueno es que se puede recurrir a la alimentación para intentar favorecer que la piel coja algo de color gracias a la vitamina A. La zanahoria o el tomate son los clásicos. También la calabaza, boniato, espinacas, brócoli, acelgas (verduras color verde oscuro), mango, melocotón, nectarina, papaya… ya que contienen betacarotenos, pigmentos claves para desarrollar vitamina A y ayudar a dar otro tono a la piel.
Si te ha gustado este artículo sobre los beneficios del sol, te vamos a dejar unas recetas que contienen alimentos ricos en vitamina D y en betacarotenos, para que complementes tu reto de 10 minutos diarios de exposición solar:
Tortitas de zanahoria sin gluten
Tarta de espinacas con base de zanahoria
Salmón crujiente con salsa de almendras
Ensalada crujiente de granola, tomate y aguacate
Sopa asiática de huevo, pollo y repollo
Puré de chirivías con setas salteadas
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