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¿Quieres saber por qué comes más grasa en invierno?

Tiempo de lectura estimado: 2 minuto(s)

Con las bajas temperaturas muchos notan que comen más, que apetecen incluso alimentos con más grasa, más pesados como el chocolate o el queso, pero también podemos sentir que caemos con más frecuencia en todo tipo de vicios como las patatas fritas, la bollería o las pizzas. Esto puede hacer que engordemos: según algunos estudios parece que engordamos un kilo de media durante los meses de invierno. 

Lo cierto es que la grasa es buena y especialmente útil en invierno. Al contrario de lo que muchos creen, la grasa es necesaria y las personas con un déficit de grasa corporal se enfrentan, sobre todo en invierno, a problemas como el exceso de frío, la fatiga, las malas digestiones o el estreñimiento. Si quieres saber más sobre lo que un déficit de grasa corporal te puede ocasionar, te recomiendo este post.

María José Crispín, nutricionista de Clínica Menorca, corrobora esta idea y asegura que las grasas aportan energía y sus reservas son las que permiten estar bastante tiempo sin comer sin pasar hambre ni desfallecer. Esto viene seguramente de un comportamiento heredado de nuestros ancestros: cuando el hombre era cazador , recolector pasaba los meses de invierno sin apenas comer nada. Hay estudios que corroboran ese instinto del ser humano en el que con el frío nos alimentamos para acumular reservas de energía.

La grasa es un aislante térmico

Además, la grasa ayuda a mantener una temperatura corporal adecuada, es una especie de aislante térmico, un abrigo extra que agradecemos en los días de frío en los que el cuerpo tiene que aumentar su gasto energético para activar funciones que generen calor corporal: “Los adipocitos son las células que componen el tejido graso y tenemos dos tipos: adipocitos blancos y marrones. Los blancos son la reserva de calorías, de energía, si me pongo a dieta el cuerpo extrae de ellos la energía. Los adipocitos marrones tienen gotitas de grasa en su interior y mayor espacio intracelular. Su función es la de regular la temperatura corporal. Cuanto mayores somos tenemos menos adipocitos marrones”, explica esta nutricionista.

Menos luz

Que los días sean más cortos y haya menos horas de luz que en verano tiene también parte de culpa en ese antojo por las grasas. Estos meses oscuros, el organismo incrementa su producción de melatonina para regular los ciclos del sueño y eso repercute en que baje la temperatura corporal y necesitemos más grasa para compensar.

No vale cualquier grasa

El problema es que aunque apetezcan alimentos grasos en invierno y además sean más que recomendables, hay algunas grasas que es mejor no consumir. Se recomienda elegir grasas buenas. Nos referimos a las grasas insaturadas, que proceden de principalmente de los vegetales, semillas y pescados: aceite de oliva, aceite de coco, aguacate, semillas de lino, frutos secos, crema de cacahuete… Estas grasas generan calor interno para que el organismo funcione correctamente a pesar del frío externo.

Las grasas que debes evitar son las grasas trans. Si no sabes cuáles son te doy una pista: Se suelen esconder en los alimentos procesados, como pizzas congeladas, aperitivos salados, bollería industrial, aceite de palma, margarina… 

Cuidado con comer por aburrimiento

Parece que está más que justificado que los alimentos grasos protagonicen tus recetas de invierno y que las raciones de comida sean algo más grandes de lo habitual. Pero no hay que confundir esto con el hambre emocional.

En los meses de frío se pueden unir varios factores: mal tiempo, menos actividad física, más tiempo en casa, aburrimiento. Aprende a detectar estos síntomas y si quieres saber más, no te puedes perder este post.

Niklas Gustafson
Autor del post
Niklas Gustafson

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