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8 hábitos saludables franceses que deberíamos copiar ya

Tiempo de lectura estimado: 2 minuto(s)

Inevitablemente asociamos Francia a glamour, elegancia y estilo, pero también a comida deliciosa y personas saludables. Si miramos los índices de obesidad, este país siempre está entre los más bajos de Europa, ¿por qué será?

Tanto si estos días estás por la Costa Azul como si paseas por sus calles parisinas, podrás darte cuenta que la mayoría de las mesas comparten una serie de hábitos. Son muy sencillos y estoy seguro que si nos lo proponemos todos podemos aprender algo de los franceses e incorporarlo a nuestras rutinas diarias.

De todo pero con moderación

Según este estudio sobre hábitos de alimentación, solo un 8% de los franceses consumen alimentos light. Yo estoy totalmente de acuerdo con esta premisa: si te apetece un yogur, tómalo entero, si quieres leche en el café, lo mismo. Recuerda que la grasa, en su justa medida, es muy saludable y saciante.

Esta moderación la puedes apreciar en cualquier restaurante: las porciones de tarta nada tienen que ver a la inmensidad de las raciones que se sirven en otros países como Estados Unidos o Gran Bretaña.

Disfrutar con la comida

Es una cuestión cultural, los franceses no albergan ni rastro de sentimiento de culpa después de comerse un croissant. Y eso es algo que los diferencia del resto y que es tremendamente sano para gozar de una buena relación con la comida.

A la hora de comer están más centrados en las sensaciones y sabores que en el efecto que estos alimentos van a tener. Esto hace también contribuye a que sean más conscientes del nivel de saciedad y tiendan menos a los atracones.

Ni rastro de procesados

Según el mismo estudio, solo el 28% de los franceses toman alimentos procesados de forma habitual. La dieta habitual de nuestro país vecino es muy natural y se basa principalmente en productos de temporada. De hecho, la mayoría de sus platos son las recetas clásicas de la abuela como el Ratatouille, la Sopa de Cebolla o el estofado de buey. 

No olvides que evitar los procesados es sinónimo de evitar azúcar y grasas trans, que aportan demasiadas calorías y pocos nutrientes.

Los franceses cenan pronto

Tomar muy tarde la última comida del día repercute en nuestro descanso y nuestra salud; de hecho, hay estudios que vinculan la costumbre de cenar tarde con una mayor tendencia a padecer obesidad.

Los franceses, al igual que la mayoría de países europeos, cenan alrededor de las 19.30, 20.00 h de la tarde. ¿Podría ser éste el verdadero reto de nuestra cultura española?

estantería de quesos en la quesería

El queso, a todas horas

Puede que las fondues de Camembert, Brie o Roquefort sean un pilar que estamos pasando por alto. Según una investigación publicada en el 2015 en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry, los franceses consumen una media de 26 kilos de queso al año (más que en ningún país).

Es un alimento graso con mala fama, pero en realidad sus beneficios son para replantearse estas creencias: es una excelente fuente de calcio que beneficia a los huesos, aporta energía, su contenido en vitamina K lo convierte en un aliado para el corazón, y su dosis de proteínas de alto valor biológico es enorme. Y a delicioso no le gana nadie, ¿no crees?

Ir al mercado, el planazo de los franceses

Es una costumbre muy habitual. En muchas ciudades francesas la gente tiene por costumbre levantarse pronto con sus bolsas de la compra e ir a por productos frescos a los muchos mercados al aire libre que ponen los fines de semana. Esta costumbre por lo natural, lo artesanal, lo de proximidad garantiza una dieta más sana, con menos químicos y de mayor calidad.

Los franceses no hacen 5 comidas al día 

En general a los franceses con 3 comidas al día les basta y las últimas teorías les dan la razón. Si dejamos de picotear a todas horas e incrementamos esas franjas de tiempo sin comer nada, el cuerpo tiene oportunidad de limpiarse y si lo pruebas verás cómo te sientes más ligero, enérgico y lúcido.

 

Sentarse a la mesa como ritual

Los franceses aprecian mucho el momento de sentarse a la mesa, para ellos es una especie de ritual al que merece la pena dedicar tiempo y lo de comer cualquier cosa mientras se camina a la oficina no es lo habitual allí.

Sentarse a la mesa con familia, amigos o compañeros del trabajo genera un ambiente agradable y distendido y esto repercute aunque no lo parezca en la forma en la que asimilamos los nutrientes de los alimentos. Comer tranquilamente, sentados, masticando y sin prisa favorece la buena digestión

Niklas Gustafson
Autor del post
Niklas Gustafson

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