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Colágeno en la alimentación: más allá del uso cosmético

Tiempo de lectura estimado: 3 minuto(s)

El colágeno es mucho más que una palabra que escuchamos en los anuncios de algunos productos cosméticos o como elemento central de diferentes tratamientos estéticos. Es una proteína fundamental del cuerpo, de hecho, es la más abundante en el organismo y responsable del buen estado de piel, huesos y tendones. Lo más importante que debemos tener en cuenta acerca del colágeno es que su presencia disminuye de forma natural con el paso de los años. Se estima que es a una edad temprana, más o menos a partir de la treintena, cuando el cuerpo deja de producirlo de forma natural o sencillamente la proteína pierde calidad.

Cómo detectar la falta de colágeno

¿Qué consecuencias tiene la pérdida de colágeno? Son varias, algunas más visibles, y otras que se notan cuanto mayor es una persona. Si nos falta colágeno porque hemos dejado de producirlo con el paso del tiempo o porque tenemos una carencia del tipo que sea en nuestro organismo, vamos a sentir fatiga y debilidad en el pelo y las uñas. Las carencias también se perciben fácilmente en el envejecimiento de la piel, ya que pierde elasticidad y firmeza. Debido a esto, la notaremos flácida y con más arrugas.

Otros síntomas son quizás menos sencillos de reconocer ya que pueden tener múltiples causas, pero el dolor en las articulaciones o algunas dificultades en la movilidad suelen ser señales de falta de colágeno. Si pensamos en el largo plazo, esta proteína retrasa la pérdida de masa ósea o la aparición de varices. Por tanto, está directamente relacionada con enfermedades como el reuma, la artritis y lesiones óseas o musculares. Incluso puede causar molestias pulmonares porque, aunque en menor porcentaje, el colágeno está también presente en los pulmones.

Carnes y pescados: aliados del colágeno

El refrán “somos lo que comemos” es perfecto para explicar los aportes naturales de colágeno. Los animales, igual que los humanos, tienen colágeno en los tejidos de su organismo. Ciertas partes de la carne o del pescado, como huesos, espinas y piel, son una fuente directa. Es la vía más rápida para aumentar los niveles de esta proteína, y saludable, ya que el origen es totalmente natural lejos de complementos en forma de pastilla.

Caldo de huesos de costilla de cerdo con cebolla, zanahoria y tomillo

Algunas de las carnes más consumidas, como el pollo, vaca, buey o cerdo, son una buena elección de cara a mejorar nuestros niveles de colágeno. La manera de ingerirlas influye en la cantidad de colágeno que nos proporcionan. En este sentido, una sopa de patas de pollo, o un caldo de huesos al estilo de la dieta paleo son perfectos. Y, por supuesto, la gelatina. Eso sí, es recomendable huir de las gelatinas comerciales llenas de azúcar y conservantes. Os recomiendo esta receta de gelatina de chocolate que, además de ser deliciosa, ayudará a nuestros huesos y tendones.

Las piezas con muchos nervios o cartílagos, como la oreja de cerdo, son una opción ideal. Muchas personas no las encuentran atractivas debido a su textura, pero esto puede mejorar según la forma utilizada para cocinarlas. La técnica conocida como slow cooking -cocina lenta- puede ser una buena opción para aprovechar los beneficios atrapados en estos cortes de carne ya que mejora su textura. ¡Y no os olvidéis de los huevos! Contienen la mayor parte del colágeno en la cáscara, pero también se encuentra en la yema.

En la misma línea, el pescado se puede utilizar para hacer un caldo con sus espinas. La mejor elección es el pescado azul, como el salmón, sardina, atún, trucha o boquerón. Además, es rico en omega 3: un tipo de grasa saludable que ayuda a mantener nuestro colesterol en los niveles adecuados.

Pimentón, zanahoria, cítricos, frutos rojos…  ¡fomenta la producción de colágeno!

Más allá de la fuente directa de la carne y el pescado, existen alimentos que ayudan a la producción natural de colágeno en nuestro organismo. La vitamina C interviene en la producción de colágeno. El pimentón, la zanahoria y vegetales de color amarillo o rojo son ricos en ella. También los cítricos, el kiwi, la papaya, el mango, o verduras como las coles de Bruselas. Los frutos secos, en una cantidad prudente, son muy completos también para esta tarea.

Batidora con los ingredientes kiwi, brocoli, aguacate, plátano y nueces de macadamia
Smoothie verde de kiwi, brócoli, aguacate, plátano y avellanas

Y hay que tener en cuenta dos minerales que favorecen que nuestro  organismo genere colágeno. Por un lado el cinc. Lo podemos encontrar en las pipas de girasol, o las semillas de calabaza y sésamo. Y por otro, el azufre del ajo, la col rizada, el repollo, el brócoli o la coliflor. Puedes probar con esta receta, que está además muy de moda: un sano smoothie verde de brócoli, plátano y nueces. O una opción más dulce para desayunar y merendar, como los bowls con granolas de frutos secos y frutas.

En definitiva, el colágeno es fundamental para nuestra vida, sobre todo a medida que pasan los años. Más allá de sus beneficios en cremas y otros productos que se aplican en la piel o en diferentes tratamientos estéticos, hay que interiorizar que su presencia nos libra de numerosas dolencias. Los más jóvenes también deben tener en cuenta sus propiedades, ya que una dieta rica en colágeno hará que se sientan más fuertes y les ayudará a prevenir futuras complicaciones.

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#BeMoreNatural #SoloTieneCosasBuenas

Natruly
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