Cuece la remolacha durante 20 minutos o hasta que esté completamente blanda y déjala enfriar.
Corta en trocitos pequeños o raya (rayada para los que no les guste encontrar trocitos) la cebolla, la remolacha y el ajo. También pica bien el perejil.
En un bol grande mezcla bien la carne picada con la cebolla, la remolacha, el ajo, el perejil y añade el huevo entero. Salpimienta la mezcla y revuelve bien hasta conseguir que todos los elementos estén bien repartidos y el huevo completamente integrado con la carne.
Tapa la mezcla y déjala reposar durante 10 minutos a temperatura ambiente o en la nevera.
Con la ayuda de una cuchara, coge porciones iguales de carne y con la ayuda de las manos forma una bola. Procura que todas las albóndigas tengan más o menos el mismo tamaño, para que se hagan al mismo tiempo.
Reboza cada albóndiga en harina. Cuando esté completamente cubierta, pásatela de una mano a otra, eliminando así el exceso de harina que pudiera haber. Con estas albóndigas salieron aproximadamente 16 albóndigas medianas.
En una sartén grande pon un buen chorro de aceite de oliva. A fuego medio-alto, fríe las albóndigas hasta que estén completamente doradas por todas partes.
Retíralas del fuego sobre un papel absorbente y sírvelas con tu acompañamiento favorito. En esta ocasión me he decantado por servirlas con chucrut y una vinagreta deliciosa.