En un procesador de alimentos introduce todos los elementos del interior del bombón. Prueba la mezcla para ver si está a tu gusto. Te recomendamos que vayas añadiendo el azúcar poco a poco. Así llegarás a la medida justa de dulzor que deseas. El coco de por sí tiene un sabor dulzón, por lo que queda completamente a vuestro gusto.

Deberías obtener una mezcla pastosa, aunque si está más líquida no pasa nada.

Para crear la forma de los bombones, la vía más sencilla es utilizar moldes para hielo. Si son de silicona serán mucho más fáciles de desmoldar y no necesitan ningún tipo de tratamiento. Por el contrario, si son de plástico rígido o metálicos, os recomiendo que los pintéis con aceite de coco, evitando que se peguen y se rompan al desmoldarlos.

Cuando hayas llenado todos los moldes, introdúcelos en el congelador durante al menos 4-5 horas.

Antes de sacar los bombones del congelador, en un pequeño bol mezcla el chocolate con el azúcar de coco y el aceite. Mézclalo bien y caliéntalo al baño maría. Revuelve hasta que la mayor parte de azúcar se haya disuelto. Retíralo del fuego y deja que se enfríe un poco.

Saca los bombones del congelador. Si tienes la posibilidad de utilizar guantes de látex mejor, ya que así evitarás que el calor de las manos al manipularlos los deformen o los derrita. Si no tienes, no pasa nada, solo que tendrás que tener más cuidado y ser rápido.

Pasa cada bombón de uno en uno por el chocolate. Rebózalo bien. Coloca un papel antiadherente sobre un plato plano y coloca cada bombón encima. Vuelve a introducir en la nevera hasta que los vayas a servir.