Corta la cebolla en tiras, así como los pimientos, las zanahorias y el calabacín. Pica bien el ajo, el jengibre y corta el puerro. Deja cada elemento por separado ya que se irán integrando poco a poco en el wok.

En una sartén tipo wok, agrega el aceite de sésamo con la cebolla y el jengibre a temperatura media. Deja que la cebolla se quede casi transparente y entonces añade las zanahorias y los pimientos. Cuando las tiras de verduras estén más blandas es hora de subir la temperatura y añadir el resto de los ingredientes (calabacín, puerro).

El secreto del wok es que las verduras queden crujientes, por lo que no pares de remover constantemente o bien con una cuchara de madera o, si tienes cierta habilidad, con el clásico giro de muñeca para ir salteando las verduras.

Las setas son las últimas que tienes que añadir. Están llenas de agua y en cuanto se ponen en contacto con el calor encogen y pierden toda su agua. Cuando veas que las verduras están crujientes y bien hechas por todas partes, añade las setas, sal y pimienta al gusto y una cucharadita de tahini.

Muévelo todo muy bien hasta que esté todo integrado y sírvelo en un plato dejándolo reposar durante unos minutos.

En este caso hice el secreto ibérico a la parrilla, dándole ese típico sabor a fuego directo sobre la carne. Si no consumes carne y prefieres añadir la proteína con el huevo, puedes prepararlo como más te guste (cocido, revuelto o frito). Si quieres que tu plato sea completamente vegano, añade los 50 gr de tofu de almendras troceado en taquitos dentro del wok al mismo tiempo que el calabacín y el puerro ¡Cualquier opción es ideal para este plato!

Sirve el wok de verduras en un bol y espolvorea por encima las semillas de sésamo.

¡Añade un chorrito de aceite de sésamo y listo! Un wok de verduras oriental sin nada de soja y con un auténtico sabor que transportará a oriente.