Lava y pela las chirivías. Puedes hacerlo como cuando sueles pelar las zanahorias: o bien con un pelador típico o con un cuchillo. ¡Es muy fácil! Córtalas en trozos pequeños.
Pon a cocinar las chirivías en un poco de agua. Recuerda que si sueles cocer zanahorias, el procedimiento es el mismo aunque un poco más breve. Ayúdate de un tenedor para pincharlas y comprobar que estén bien blanditas. Escúrrelas y resérvalas.
Con una batidora de mano, tritura las chirivías junto a la nata y la sal. Ajusta la cantidad de nata de acuerdo a la textura que desees en tu puré. Si quieres que te quede cremoso añade dos cucharadas de nata.
Calienta una sartén anti adherente. Lava las setas, córtalas en trozos medianos y corta finas láminas de ajos pelados.
Derrite la mantequilla en la sartén e incorpora las setas. Saltea por unos minutos y añade el ajo. ¡Ten cuidado, el ajo se quema muy fácilmente así que baja el fuego!
Saltea durante unos 7 a 10 minutos hasta que las setas estén cocidas y caramelizadas. A mi me gusta mucho la textura que se le queda a la seta cuando está cocinada. Recuerda que la seta suelta agua al hacerse así que no te asustes, es cuestión de que vaya reduciéndose el agua y cocinándose la seta. Ten paciencia.
Para servir, añade un cucharón de puré a un plato. Haz una cama con el cucharón.
Encima coloca las setas y el ajo y finaliza el plato decorando con ruedas pequeñas del cebollín o cualquier otra verdura que te guste. ¡Disfruta de tu comida!