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Los japoneses poseen la esperanza de vida más alta del mundo, no ha parado de crecer en los últimos años y su media está ya en 84,2 años. También es el país con más personas centenarias del mundo, ya hay más de 80.000 habitantes que superan la barrera de los 100 años.
Teniendo en cuenta la fidelidad de este país a sus costumbres, seguro que la dieta tradicional nipona tiene mucho que ver. En los años 90 el nutricionista Walter Willett relacionó la dieta con el bajo número de enfermedades del corazón y hace poco conocíamos los datos de Tsuyoshi Tsuduki, profesor de biociencia molecular de la Universidad Tohoku, que comprobó como la dieta tradicional japonesa de los años 70 estaba detrás de una esperanza de vida mayor, así como de una menor incidencia de padecer diabetes e hígado graso.
Las claves de la dieta tradicional japonesa
No llenarte del todo
La cultura japonesa propone comer hasta solo el 80% de tu capacidad. Practicar la moderación evita los atracones y esto puede tener muchos beneficios: ayuda a prevenir la obesidad, mejora el proceso de la digestión e incrementa el grado de conciencia hacia nuestra sensación de saciedad y ganas de comer.
Además, permite estar ligero y sin rastro de pesadez para continuar con las tareas del día. Yo lo he probado y es totalmente cierto 😉
Té verde
Sustituir el café por la bebida más popular de Asia puede ser un buen punto de partida. Es el más antioxidante de todos los tés del mercado y eso lo convierte en una ayuda para retrasar el envejecimiento, prevenir la aparición de tumores, reforzar el sistema inmune, reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares y reducir los niveles de glucosa e insulina en la sangre.
Algas
Nori, wakame, dulse, kombu… Hay muchísimas variedades. En general son muy ricas en fibra, agua, minerales como el calcio, hierro, selenio, yodo y vitaminas del grupo B y E. Y tienen propiedades muy interesantes para occidente, por ejemplo, alcalinizan la sangre, reducen el almacenamiento de grasa corporal y eliminan los metales pesados del cuerpo.
Además, son súper sabrosas. ¡Te recomiendo que las incluyas poco a poco en tus sopas y guisos y verás cómo cambia el plato, los sabores se acentúan mucho!
¿Sabías que el alga dulse es 30 veces más rica en potasio que el plátano y el algo nori tiene el doble de proteínas que muchas carnes?
Al vapor
No solo hay que fijarse en lo que comen los japoneses, sino en cómo lo comen. Allí no se fríen los alimentos, sino que lo habitual es hervirlos o hacerlos al vapor o a la plancha. Esta forma de cocinar ayuda a conservar tanto el sabor como los nutrientes de los alimentos.
Pescado a todas horas
Hasta en el desayuno consumen pescado los japoneses. Parece que detrás de estos platos ricos en vitamina D, antioxidantes (el pescado azul tiene carotenos) y grasas necesarias, como el Omega 3, está el secreto de su baja incidencia de problemas de corazón, así como de la buena salud de su metabolismo.
Vegetales de temporada
Todos en este país parecen tener muy presente los calendarios y su dieta está totalmente regida por lo que marca la naturaleza. Los japoneses no suelen comprar frutas y verduras de fuera de sus fronteras, ni de cultivo forzado o invernaderos.
Los japoneses y los Fermentados
Alimentos como los encurtidos, el miso, la kombucha, el chucrut o el kéfir ayudan a mantener una buena salud de la microbiota intestinal. Los fermentados contienen ácido láctico, que tonifica el colon y equilibra las bacterias. Además, a través del proceso de fermentación, se mejora la digestibilidad de proteínas y aumenta la biodisponibilidad de vitaminas, que a la larga se traduce en un mejor funcionamiento del páncreas, una mejor digestión y menor probabilidad de estreñimiento.
¿Sabías que los japoneses toman alimentos fermentados a diario?
Masticar mucho y comer despacio
Ya sabéis que masticar mucho la comida ayuda a la digestión y a la correcta asimilación de nutrientes, ya que estamos quitando trabajo al estómago. Los japoneses se toman su tiempo en la mesa, comen con calma y con una actitud muy alejada de las prisas de occidente.
Este ambiente favorece la relajación y está probado que comer despacio y sin estrés contribuye a la saciedad y ayuda a prevenir la obesidad. Si os cuesta no engullir la comida, os recomiendo que probéis con los palillos, ¡funciona!
