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¿Por qué somos adictos a los hidratos de carbono?

Tiempo de lectura estimado: 2 minuto(s)

Cuando queremos llevar una alimentación saludable y natural procuramos comer más verduras y frutas, carnes, huevos y pescados de la mejor calidad y eliminar todos los azúcares e hidratos de carbono simples y productos ultra procesados que no nos aportan nada bueno.

La primera parte resulta más o menos sencilla, a la mayoría le gusta una buena comida de calidad. Y todo va bien con la alimentación saludable hasta que nos ponen delante un trozo de pan caliente, un delicioso plato de pasta, un donut glaseado o un helado con sirope de chocolate. Ahí la cosa cambia.

Existen razones físicas y químicas que ocurren dentro de nuestro cuerpo por las cuales, al probar algún alimento rico en hidratos de carbono, sentimos la necesidad de seguir comiendo y queremos más. Mucha gente es realmente adicta a este tipo de productos, y cuanto más los consumen, más ansiedad y demanda sienten por volver a consumirlos.

Los hidratos de carbono se transforman en glucosa (azúcar) dentro de nuestro cuerpo. Los hidratos los podemos conseguir en distintos tipos de alimentos como las verduras, las frutas y los cereales, además de en el azúcar como tal. Sin embargo, ¿por qué en un momento de ansiedad se antoja un bollo de chocolate y no un plato de acelgas? Y no, no es por el sabor.

La insulina es la hormona que regula la cantidad de glucosa de la sangre así como es capaz de producir el hambre. Cuando se ingieren alimentos de alto índice glucémico (que se procesan rápidamente y pasan a la sangre al poco tiempo de ingerirlos) se sufren picos de glucosa muy acentuados, provocando una necesidad de volver a comer al poco tiempo de haberlo hecho.

Incluso, en la mayoría de ocasiones no somos capaces de controlar cuanta cantidad comemos. Por mucho que intentemos pensar “solo comeré una patata frita” o “solo comeré un bombón” al rato nos damos cuenta que la bolsa de patatas o la caja de bombones están casi vacías. Pues es que en nuestro cuerpo pasa lo siguiente: mientras más hidratos comemos, más insulina se libera; y cuanto más insulina se libera, más ansiedad por hidratos tenemos. El impulso va directo a nuestro cerebro, provocando que, queramos o no, sigamos comiendo hasta acabar con la bolsa.

Si a esto se le añade que el azúcar (presente en todos los productos procesados, aunque sean salados) produce una serie de respuestas fisiológicas en nuestro cuerpo, estamos perdidos. El azúcar, al igual que las sustancias adictivas liberan en el cerebro un neurotransmisor llamado dopamina. La dopamina genera sensación de placer instantáneo, por lo que nuestro cerebro lo toma como una recompensa, generando cada vez más ansiedad por conseguirla.

La mejor forma de dejarlos, al igual que cualquier otra adicción, es hacerlo de raíz. Puede parecer muy duro y al principio lo es, pero después del primer mes, el cuerpo se reestablece y deja de demandar hidratos de carbono simples y azúcar, ya que no los necesita.

Niklas Gustafson
Autor del post
Niklas Gustafson

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