1. En una olla grande introduce la mantequilla. Corta la cebolla en trozos pequeños. Rehoga la cebolla durante 5 minutos o hasta que esté completamente tierna.

2. Echa el ajo picado dentro de la olla y rehoga un par de minutos más.

3. Cuando la cebolla tenga un color casi transparente, añade el aguacate en taquitos.

4. Seguidamente añade las 4 tazas de agua y el perejil. Exprime media lima y remueve hasta que el agua comience a cocer.

5. Sazona a tu gusto con la sal y la pimienta.

6. En cuanto rompa a hervir, espera un par de minutos y retíralo del fuego.

7. Añade la crema de coco y revuelve hasta que quede completamente integrada en la sopa.

8. En una batidora o procesador de alimentos, licúa toda la sopa hasta que quede una crema completamente homogénea.

9. Si la quieres caliente, puedes servirla inmediatamente. Si la deseas tomar fría, métela en la nevera un par de horas, o enfríala metiendo la olla en un recipiente más grande con agua fría y hielo (como si hicieras el contrario de un baño maría).

10. Pica un poco más de perejil y espárcelo por la parte superior.

1. La preparación es muy sencilla. Debéis adquirir vuestras ostras frescas, por lo que el día que decidáis servirlas es el día más indicado para comprarlas.

2. Abrid las ostras con un cuchillo, si es específico para separar carcasas mucho mejor. Separar la carne de la concha para que sea fácil de comer pero conservar uno de los lados para servirla de esa manera porque se ve mucho mejor y atractivo.

3. Colocar una fuente con mucho hielo triturado. Por esta razón debéis preparar este primer plato cuando vuestros invitados ya estén en casa listos para comer.

4. Arreglar las ostras frescas sobre la cama de hielo y jugar con los aderezos.

Aderezos

1. A dos de ellas les añadimos un chorro de cava y semillas de granada por encima.

2. A otras dos, un chorrito de lima.

3. Las dos ostras restantes hemos optado por dejarlas al natural por si algún invitado desea comerlas sin ningún condimento.

1. Precalentar el horno a 150ºC con antelación. La pieza de cordero que hemos utilizado era una pieza pequeña de a penas 1 kilo, por lo que la cocción lenta de una pieza de ese tamaño ronda por los 45 minutos a una hora. Sin embargo, una pieza de tres kilos podría cocinarse en hora y media, casi dos horas.

2. En una fuente para hornear, hacer una cama o como un colchón con las hierbas. Puede ser de tomillo o de romero o incluso una combinación de las dos.

3. Untar la pieza de cordero lechal con aceite de oliva o mantequilla ecológica. Frotar con sal y pimienta recién molida por toda la carne. Finalmente reposar sobre la cama de hierbas. Podéis añadir un dedo de agua a la fuente para crear una especie de baño de vapor en el horno que ayudará a que la carne del cordero quede más húmeda y jugosa.

4. Llevar al horno y cocinar durante 45 minutos a una hora. Mirar muy de cerca la cocción porque no queremos que se seque, más si queremos que se haga una costra crujiente.

1. Lo primero es partir el chocolate en trozos y ponerlo en una cazuela no muy grande con la manteca y la mantequilla.

2. Poner la cazuela en el fuego y vigilarlo muy bien para que no empiece a quemarse o derramarse. Lo ideal es ponerlo a fuego medio.

3. Tostar los frutos secos en una sartén si los compras crudos.

4. En un molde de silicona alargado añadir los frutos secos tostados y verter el contenido de la cazuela derretido.

5. Por último, dejar enfriar en la nevera o en el congelador y cuando se haya solidificado ¡está listo!

1. Primero, hidrata la lámina de gelatina introduciéndola en un bowl con agua fría y sigue las instrucciones del fabricante respecto al tiempo recomendado.

2. Para preparar el almíbar, pon en un cazo el agua junto con la miel y llévalo a ebullición, removiendo de forma constante hasta conseguir un almíbar ligero. A continuación, escurre la lámina de gelatina, introdúcela en el almíbar y mezcla bien para que se disuelva correctamente.

3. Una vez estén todos los ingredientes bien homogeneizados, pásalos a una jarra o recipiente, déjalos enfriar a temperatura ambiente y luego guárdalo en el congelador.

4. Exprime los limones para obtener el zumo (no sin antes rallar un poco de la cáscara para usar más adelante), y pasa ese zumo por un colador para retirar las pepitas que hayan podido caer.

5. Cuando el almíbar esté frío, mézclalo con el zumo de limón, agrega la proteína vegana de vainilla, y remueve hasta que la proteína se haya disuelto correctamente.

6. Congela la mezcla nuevamente durante unas 2 horas.

7. Aprovecha para montar las claras de huevo a punto de nieve, con una varilla manual o eléctrica, o con ayuda de un thermomix.

8. Incorpora las claras de huevo a la mezcla proteica a medio congelar con movimientos envolventes para conseguir una textura aterciopelada.

9. Congela tu sorbete hasta el momento de servir.

10. Sácalo aproximadamente media hora antes de congelador y tritúralo para que la textura sea perfecta.

11. Una vez servido, coloca un poco de la ralladura de limón encima del sorbete y, si quieres, unas hojas de menta o hierbabuena como topping.