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Hambre emocional: solo es un espejismo

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Tiempo de lectura estimado: 2 minuto(s)

Soledad, tristeza, aburrimiento, enfado, estrés… Son emociones que nos hacen sentir mal y que pueden desencadenar un impulso irresistible de comer. Seguro que te ha pasado alguna vez, ¿verdad? Muchos han experimentado este tipo de hambre emocional con más frecuencia en los últimos meses debido a la situación de incertidumbre, tristeza y preocupación generada por el Covid-19.

Arrasar con la comida basura

¿Puedes recordar qué tipo de alimentos te pedía el cuerpo en esos momentos? Una de las cosas más características del hambre emocional es que no nos apetece saciarla con unas espinacas o una naranja, sino que lo que necesitamos son alimentos ricos en grasas y azúcares, como por ejemplo, patatas fritas, helado, galletas o pizza.

La razón es que este tipo de alimentos procesados están fabricados para actuar como una especie de droga: la fórmula suele ser exceso de hidratos, aditivos, harinas, sal, azúcar, y edulcorantes y ausencia de nutrientes saciantes como la fibra y las proteínas.

Al comerlos, estos alimentos generan serotonina y otras hormonas relacionadas con el placer, como consecuencia no podemos parar de comerlos, se convierten en una especie de recompensa en momentos difíciles incrementando así el riesgo de desarrollar una adicción a ellos.

El problema de sucumbir a esta llamada del hambre emocional es que a la larga puede ocasionar problemas de salud como sobrepeso, trastornos alimenticios, depresión o baja autoestima.

Aprender a detectar el hambre emocional

Lo más importante es saber detectar este tipo de hambre, que nada tiene que ver con la necesidad del organismo de energía, es una necesidad que crea la mente, no el cuerpo porque lo que busca es calmar una emoción, llenar un vacío, no una necesidad fisiológica real de necesidad de combustible.

  • El hambre emocional aparece de forma repentina.
  • No aparece sensación de saciedad aunque hayamos ingerido una cantidad elevada de comida.
  • Se come de forma inconsciente, sin pensar ni saborear. Y la mayoría de las veces engullendo con rapidez los alimentos.
  • Los alimentos elegidos son ricos en grasas y azúcar.
  • Después de comer aparece un sentimiento de culpa.

Trucos para mantener a raya el hambre emocional

  • Cuando quieras asaltar la nevera, pregúntate: ¿de verdad tengo hambre?, ¿mi cuerpo necesita comida?
  • Respira: hacer alguna respiración consciente, crea una pausa, un espacio de reflexión sobre lo que está pasando. Tomar conciencia de la emoción puede frenar el impulso de comer.
  • Bebe agua: es habitual confundir la sed con el hambre ya que ambas sensaciones son controladas por el hipotálamo
  • Descansa: no dormir suficiente afecta mucho a las hormonas que regulan el apetito. Después de varias noches sin un sueño reparador es habitual que aparezca ese hambre emocional, que sintamos mucha necesidad de comida basura.
  • Establecer una dieta saludable y equilibrada: si mantienes unas comidas equilibradas a lo largo del día, el cuerpo se mantiene saciado y nutrido, por lo que es más difícil que se produzcan picos de insulina y se caiga en los antojos.
  • Deja el azúcar: Cuantos más alimentos procesados comamos, más necesidad tendremos de ellos. Es un círculo vicioso del que es complicado salir, pero ahora puede ser el momento. Un truco: dejar de comprar esos alimentos. Si no los tenemos en casa, es más fácil resistir a la tentación.
  • Aperitivos sanos: Te invito a que tengas a mano snacks saludables. Mi preferido es Cacao & Nuts, una mezcla de cacao natural y cacahuetes deliciosa, saciante y con las increíbles propiedades del cacao natural.
  • Haz deporte: una vez más, mantenernos activos es la solución. Mantenernos activos ayuda a regular la insulina, reducir el estrés y a regular la sensación de hambre.

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Niklas Gustafson
Autor del post
Niklas Gustafson

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